Un día llegué allí. Ese lugar que tú sabes, capaz de tranquilizarte y demostrarte que quizás las cosas no son tan malas como las pintamos; o sí. Pero solo con estar allí me doy cuenta en lo bonito que es conocerte, con ese perfume típico en ti o esa camiseta de los domingos que tanto me gusta.
Las ganas me devoran por dentro. Siempre niego irme. Y es que es tan perfecto, el lugar entre tu cabeza y tu pecho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario